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Aldea Global
Fran Ruiz
Primero el negocio y luego el ocio. Este lema acuñado por los mercaderes italianos, los mismos que luego se convirtieron en mecenas y financiaron a esos artistas geniales del Renacimiento, es el lema que pretende recuperar con urgencia Mario Monti, nuevo primer ministro de Italia.
Su antecesor, Silvio Berlusconi, aplicó durante los 17 años que estuvo en el poder, justo lo contrario: primero el ocio y luego el negocio. Primero eran sus fiestas y cuando tenía tiempo legislaba, eso sí, casi siempre en su propio beneficio, no pensando en el bien común. El resultado fue nefasto para la cuarta economía de la Unión Europea y para el prestigio de una nación de referencia en el mundo, la misma nación que vio construir la cúpula de la Basílica de San Pedro, que vio dibujar la sonrisa de la Mona Lisa, que compuso La Traviata, que inventó la radio, que inundó el mundo de pasta y pizza, que vistió de Prada a las más exigentes o diseñó joyas del motor como un Ferrari.
La marca Italia ha florecido muchas veces bajo esa paradoja, tan única del país transalpino, que consiste en gobiernos débiles, demasiadas veces corroído por la corrupción, y en paralelo una clase emprendedora admirada en todo el mundo. Pero todo tiene un límite y éste se sobrepasa cuando el gobernante se convierte en un bufón patético, cuando su prestigio cae tan bajo que contamina a la imagen de todo un país. Esto es justamente lo que ha pasado en Italia en los últimos años con el comportamiento grotesco de Berlusconi.
El que se hacía llamar il Cavaliere —al igual que en su día Nerón o el Papa Borgia— está condenado a ser recordado sólo por sus escándalos, por el Bunga-Bunga, por Ruby (la prostituta menor de edad), por las fiestas en las que se hacía rodear de chicas que le susurran “papi”…. Así de paradójica es la Historia: el emperador romano del que todos se acuerdan no es el que conquistó o gobernó con justicia, como Constantino I el Grande, sino el que incendió Roma mientras tocaba la lira; el Papa sobre el que se han escrito multitud de leyendas es el español que convirtió la Santa Sede prácticamente en un burdel, del que no escapó ni su propia hija Lucrecia Borgia. ¿Quién se acuerda de Pio IX, el Papa más longevo? Nadie; quedó sepultado en el olvido por falta de escándalos.
El primer ministro Monti sabe que probablemente las medidas de ajuste que deba tomar a partir de la semana que viene lo harán muy impopular. El gobierno que preside y que comienza su andadura el lunes no es un gobierno cualquiera, fue creado para apagar el incendio que consume las finanzas italianas. Luego, en poco más de un año, desaparecerá y regresará el poder a los partidos políticos.
Las semanas próximas, como ha reconocido el propio Monti, serán decisivas para Italia. Si fracasa arrastrará consigo al euro y colapsará la Unión Europea. El incendio entonces será de tal magnitud que no habrá fuerza que lo apague y acabará extendiéndose a Estados Unidos y a los países emergentes, entre ellos a México.
Monti repitió ayer lo que dijo hace unos días la canciller alemana Angela Merkel: “Vivimos las horas más difíciles desde la Segunda Guerra Mundial”. Por eso cruzamos los dedos para que Berlusconi, ese zombie de la política (porque más que un cadáver político es un muerto viviente) no torpedee la labor de su sustituto con el único fin de recuperar el poder. Todo lo mejor, por tanto, para el gobierno de emergencia que acaba de nacer; de su éxito dependerá el futuro inmediato de la economía global.
