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Sus Altezas Reales también lloran

Aldea Global

Fran Ruiz

 


Eramos pocos y parió la abuela. Eso estará pensando el rey de España (o algo peor) a raíz del serio aprieto en el que se ha metido su yerno Iñaki Urdangarin, cuando faltan poco más de tres semanas para que acabe este annus horribilis para la nación ibérica.

El estallido de la burbuja inmobiliaria no solo mandó al desempleo al 20 por ciento de los españoles y hundió a los socialistas en las elecciones de noviembre, sino que mandó a decenas de políticos y empresarios a la cárcel por escándalos de corrupción similares al que amenaza ahora con salpicar a una de las instituciones que hasta ahora se consideraba intocable: la Monarquía.

El escándalo habría que remontarlo a hace algo más de dos años, cuando “Su Alteza Real” la infanta Cristina y “Su Excelencia” Iñaki Urdangarin, dejaron su lujosa mansión en Barcelona y se mudaron repentinamente a Washington con sus cuatro hijos. El Palacio de la Zarzuela guardó silencio, pero, según recuerda el diario El País, fue la revista ¡Hola!, que hace las veces de portavoz no oficial de la Casa Real, la que filtró que los duques de Palma se marchaban a Washington “a continuar sus cometidos profesionales” en sus respectivos cargos: él, en Telefónica, y ella, en La Caixa, dos de las mayores compañías españolas, pero que, curiosamente, no tienen precisamente una fuerte presencia en Estados Unidos, como, por ejemplo, sí la tienen en México, la primera a través de Movistar y la segunda a través de sus negocios con Carlos Slim.

Las malas lenguas en España dijeron entonces que a finales de 2009, cuando sus altezas hicieron las maletas, el rey Juan Carlos ya sabía que algo olía a podrido en los negocios de Urdangarin, su único yerno, porque el otro que tenía, el aristócrata Jaime de Marichalar, cayó en desgracia también por esa fecha, luego de que se confirmase oficialmente su divorcio de la infanta Elena.

Pero los problemas, nunca revelados, que provocaron el divorcio de Elena, el primero de un miembro de la familia real española, se antojan insignificantes comparados con los que acosan a Urdangarin.

En concreto, la Fiscalía Anticorrupción española investiga si el yerno del rey cometió los delitos de enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias, como apuntan todos los indicios. En un plazo estimado de 45 días, el fiscal deberá decidir si imputa o no a Urdangarin. De ocurrir esto, sería la primera vez que un miembro de la Casa Real española es llevado a juicio por corrupción. En caso de ser hallado culpable podría afrontar penas de varios años de cárcel.

El caso que investiga la Fiscalía ocurrió durante la década dorada de la construcción inmobiliaria en España (de 1996 a 2006), cuando el dinero corría a raudales y triunfaba un oscuro negocio que pasó a denominarse “pelotazo urbanístico”, que consiste, básicamente, en que gobiernos locales y regionales vendían suelo a empresas constructoras por cifras varias veces por encima de su valor real. Parte de ese dinero ganado opacamente lo entregaban esos gobiernos a las empresas que intermediaron en el negocio.

Lo que una brigada anticorrupción está investigando es si una de estas empresas intermediarias, el Instituto Noós, del que fue socio mayoritario Urdangarin, y del que también formó parte la infanta Cristina, se enriqueció ilegalmente mediante la obtención de contratos obtenidos a dedo por dos gobiernos regionales, el de las Islas Baleares y el de la Comunidad Valenciana, y por el ayuntamiento de Valencia, todos ellos gobernados por el PP cuando se sucedieron los hechos que se investigan.

Según revela la prensa ibérica estos días, Urdangarin usaba de gancho a su esposa para hacerse con dichos contratos millonarios, que los habría logrado, presuntamente, gracias a que se presentaba como el duque de Palma, yerno del rey.

Si Urdangarin acaba siendo imputado, la imagen de la monarquía de los Borbones se vería gravemente dañada y muchos acabarían preguntándose hasta dónde estaba implicada la infanta en esta trama corrupta. ¿Para qué quiero enemigos republicanos si con mi yerno me basta? Se podría estar preguntando, amargado, el rey.

España, como manda la tradición en los reinos, es hoy en día un hervidero de rumores sobre “las cosas de Palacio”. Uno de estos fue la noticia, luego desmentida, de que Juan Carlos I ya estaba pensando en reducir la Familia Real a él mismo, su esposa la reina Sofía, los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, y las dos hijas de la joven pareja, las infantas Leonor y Sofía, segunda y tercera al trono, respectivamente. De haber tenido esto en mente el rey, habría supuesto la “expulsión” de sus dos hijas, Elena y Cristina, y los descendientes de las dos infantas, así como, por supuesto, su yerno Urdangarin.

Esta medida no habría implicado la renuncia de los derechos dinásticos de las dos hermanas del príncipe Felipe —cuarta y séptima al trono, respectivamente—, pero eliminaría sus compromisos oficiales.

Al final, la situación parece que será la de tener la Navidad en paz y esperar a ver qué pasa cuando la Fiscalía presente sus acusaciones. De ser entonces imputado Urdangarin, la prensa española da casi por segura la renuncia de la infanta Cristina a sus derechos dinásticos, si lo que opta es por no sacrificar su matrimonio.

De momento, la reina Sofía se ha dejado fotografiar, como no, para el ¡Hola!, con su hija y con su yerno, que siguen en Washington. Veremos cuánto dura este voto de confianza en esta historia, que al menos, ha dejado algo positivo: la familia real ha dejado de ser intocable.

fransink@yahoo.com

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