Related Articles
Carta de Washington
Concepción Badillo • Washington, D.C.
Después del reciente fracaso del Congreso estadunidense en ponerse de acuerdo para encontrar una manera de reducir la deuda pública, uno podría suponer que los legisladores ya no encontrarían alguna causa común. Pero sorpresivamente no fue así. Estos funcionarios tan ocupados en discutir nuevas leyes, combatir desempleo y desigualdad social, se las arreglaron para coincidir y dictaminar sobre una cuestión de fe.
Con 396 votos a favor, 26 abstenciones, dos que sólo votaron “presente” y nueve en contra, el Congreso estadunidense reafirmó que “en Dios confiamos” sigue siendo el lema oficial de este país. Esto sin que hasta ahora se sepa cual era la necesidad de esta votación ni el por qué de su urgencia.
Y tampoco puede decirse que fue una cuestión partidista iniciada por los republicanos para continuar sembrando dudas sobre la religiosidad del presidente Barack Obama, porque los legisladores demócratas con excepción de ocho, todos participaron y encontraron el tiempo para debatir un tema que de acuerdo al congresista republicano por Arizona, Trent Franks, de no hacerse, tendría consecuencias apocalípticas.
“Convertirnos en un Estado ateo sería brutal y no habría entonces razón para estar reunidos en este recinto” dijo Franks antes de la sesión plenaria realizada en noviembre, “y entonces deberíamos dejar que la anarquía nos domine… después de todo sólo somos alimento para gusanos”.
El también republicano Randy Forbes quien fue el que propuso el voto dijo que fue necesario porque muchos servidores públicos estaban olvidando esas palabras e hizo alusión a que Obama en un discurso citó como lema estadunidense la frase en latin E Pluribus Unum, “de muchos (países), somos un solo” (país), el lema oficial hasta 1956 cuando el Congreso adoptó el actual.
Por cierto ambas frases están inscritas en las monedas de 25 centavos y que se sepa nadie tenía dudas de que Estados Unidos seguía siendo creyente. De modo que el hecho de que los legisladores pasen horas discutiendo este mote en momentos en que hay tantos asuntos pendientes vitales para el país, seguramente no cambiará la percepción negativa que los estadunidenses tienen de su Congreso.
Una reciente encuesta reveló que la confianza del público en el poder legislativo es actualmente de nueve por ciento, la más baja en la historia de esta nación y sólo empatada con la popularidad que tiene aquí el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Aunque si necesitaran consuelo, ambos son más queridos y están cuatro puntos por arriba del líder cubano Fidel Castro.
De hecho un mayor número (11 por ciento) apoya la idea de que Estados Unidos se vuelva comunista y difícil de creer, pero la oficina de recaudación de impuestos es una consentida comparada con el Congreso, ya que cuenta con la simpatía de 40 por ciento de la población.
Pero, los estadunideses no sólo están disgustados con el Congreso, también están decepcionados del presidente que tanto prometió y poco ha hecho. Pero además se estima que la mitad de la población considera que los partidos Demócrata y Republicano están haciendo un trabajo tan pésimo que lo mejor sería que surgiera una tercera alternativa que modificara para siempre el sistema político que ha dominado esta nación en los últimos 150 años.
Al menos eso es lo que sostiene una nueva organización llamada Americans Elect que pretende que los ciudadanos desilusionados con la forma tradicional de elecciones primarias para elegir candidatos, propongan sin un partido de por medio sino a través de las redes sociales a quienes quisieran ver como presidente y vicepresidente.
Este grupo integrado por intelectuales, empresarios y ex funcionarios tales com el ex director de la CIA William Webster y la ex representante comercial Carla Hills, encabezados por Peter Ackerman director de la Escuela de Leyes y Diplomacia de la Universidad Tuffs, lleva recaudadas casi dos millones de firmas y pretende celebrar una convención política el próximo junio a través de internet.
Este movimiento en contra de lo establecido cada vez atrae más la atención al grado que Thomas Friedman, el influyente columnista del The New York Times entusiásticamente ha dicho que esta agrupación “podría llegar a ser para la política lo que el iPod vino a ser para la música, o la venta por internet de medicinas para las farmacias: es decir hacer a un lado las barreras para que la competencia sea real y la gente pueda de verdad participar”.
Los viejos hábitos difícilmente mueren, y no se puede predecir si el disgusto público con los políticos se traducirá en éxito para este grupo que propone un proceso novedoso. Sin embargo 41 por ciento de los estadunidenses no son ni republicanos ni demócratas, sino independientes. Son ellos quienes deciden una elección y más de la mitad dice estar a favor de una tercera opción.
